26 ene 2010

Placeres

Pedirás permiso hasta para cagar en un pozo. Te arrodillaras frente a las publicidades de crema enjuague y no montaras ningún sueño, a no ser a que te obliguen a ello. Un rico sueño de petróleo.
Lucifer baila pensamientos tristes en un salón cortesano. Llena su copa de sangre de ciervos y aspira el polen de los huesos de tus seres mas queridos. Eso son placeres y no caprichos. Las mucamas se acercan y se ofrecen en bandeja. Abren temblando las piernas y lucifer la despluma como a gaviotas muertas.
Una paleta carnal de placeres terráqueos. Lujuria de lobo, ansiedad de cerdo. Pero por sobre todo refinamiento. Nada de vulgaridades plebeyas.
Es mejor un salón blanco, con sillones blandos para nalgas caprichosas, un buen ventanal para ver el mundo y una pantalla plana donde se plasman los sueños chatos de un cerdo inconfundible.
Nunca pensé que ese era el camino que nos conducía al edén. Siempre pensé que no había camino para él. Que tonto fui ¡Cuánto descubro hoy! el consumismo sustituyo el paraíso. Politeísmo de mercancías. Panteísmo de mercado. Yo soy Dios dice el corazón del mundo.
Y Dios se virtualiza. Se deja teñir por la evolución de las prótesis de animales enfermos. Animales raquíticos que elaboran con sus mentes cielos monumentales basados en cimientos matemáticos. Signos-dominio. Virus global.
¡Usted, como yo (y me sonrojo de inocencia), esta infectado!. Hasta la medula. Admiramos de las macetas el lugar que ocupa en nuestro jardín. Admiramos su potencialidad. Todo puede crecer, todo se puede expandir. En eso consiste vivir. Pongo un cartel en la puerta de casa que diga “dueño” y notara como levemente su espíritu se eleva más allá de los de enfrente. Seres superiores. Deidades con microondas, heladeras tooning, y silla con respaldo de piel esbelta. Niñas hermosas, cuero para mi sillón. ¡Cuánto placer! ¡Cuanto!

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