28 ene 2010

destruyendo espejos

Fragmento el cerebro en diez mil pedazos. Arrojo el espejo al suelo para que se haga trizas.
Luego armo rompecabezas bien elaborados. Que confunden mi mente y cortan mis manos.
Soy un heraldo, que siempre llega tarde y anuncia a todos los que todo ya saben. ¿Se enteraron?. Me conocen, como a sus huellas digitales. Huellas de manos limadas. Limadas de tanta caricia. Acariciando asperezas, haciéndole el amor a lijas, a piedras y a sortijas.
Refriégate, revuélcate sobre las espinas. Reptil sanguinario con insomnio en su cama de linternas. Entrevé entre los árboles. Murciélagos verdes, mariposas negras. Tiñe de rojo todo a tu paso. Inunda los bosques. Derrama el néctar torrentoso de tus venas. Llena todo de sangre para que las canoas racionales naufraguen sobre tu vida. Vida liquida esparcida en arroyos difuntos. Devuelve la vida a la osamenta.
Jesucristo resucita en un ciervo, en navidad, en un canal tildado.
Tinta china. Óleo seco. Agua ras. Lo que mas me gusta de la pintura son los olores. En segundo plano las manchas, pero sobre el cuerpo. Huelo el oxido, me empacha el moho.
Quiero azul oscuro en mis manos. Flores en mis rostros y girasoles en mi espalda. Van gogh es un buen amante. Pinta abismos con su lengua y nunca olvida los brillos que  me gustan. Sodomita. Insecto incestuoso que vive en la canasta de una vieja coleccionista de palomas. Muertas y sin cabeza.
¿Alguien se filtro en mis sueños y vio que es lo que me atormenta? ¿Alguien sabe de mi musa muerta? ¿Y de la pesadilla de aves quemadas? Todos me conocen, por la mitad.
Escindido. Dos rostros, una pena. ¿Quién conoce mi cara negra? Líneas rojas, manchas verdes, transeúntes violetas que zig zagean en pórticos metálicos. Nadie me conoce y menos yo. Yo no soy yo. Rimbaud. Mi niño atormentado.
Ojos grises, grandes y demenciales, condenados a la belleza. Encadenados por su fulgor. Sentencia ancestral, locura milenaria. Sublímalo todo. Hasta el cantar de las ranas y las mujeres sin piernas.
Mujer enana., mujer duende. Te patearía por que te amo. En el suelo llorando te golpearía con mi bastón hasta romperte el cráneo. Por que te amo. Te amo tanto que te mataría.
Los traseuntes te miran y nunca pasas desapercibida. Apuradas llegas a tu cucha, te sientes protegida. El mundo es una cartuchera que se cierra con las manos. Ya no mires más. Ceguera mía, ceguera terminal.

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