19 oct 2010

cuento

La lluvia sofocaba la ciudad, el viento tempestuoso ahuyentaba a los transeúntes, los obligaba a replegarse en sus casas.
Esmeralda acurrucada en su sillón, contemplaba el gris espectáculo de la tormenta. Al no ver a nadie, y por momentos ya nada, su sentimiento de soledad crecía. Se sentía mas vacía que las calles que observaba.
Tras la muerte de su espiritu, el brillo que la caracterizaba había disminuido su esplendor. Deambulaba su propia casa como si ella misma fuese su fantasma. Difícilmente se le dibujaba una sonrisa en el rostro, pero con facilidad las lagrimas descendían por su mejilla, como la lluvia, que caía…
Un chasquido llamo su atención. Al parecer provenía de su propia pieza. Se levanto repentinamente, puso sus desnudos pies sobre el suelo y comenzó a recorrer el tenue pasillo, con temeridad. Algo no estaba bien, y ella lo sentía…
Tras atravesar la puerta sintió frío, encontró sobre su cama cartas desparramadas, las mismas cartas que ella había escrito en otro momento, a la persona que ya no tenia. “¿para que vivir?” alguien le decía. Trastornada, giro y se vio colgada en el espejo.
Pero el espejo se hizo trizas y del techo cayo un cuerpo. Era ella, ya sin vida

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